Hace
unos días recibí la gran noticia de que gané el concurso de FONPROCINE y ahora
tendré fondos para convertir mi tesis de maestría en un documental de 70
minutos! Hace un año comencé la investigación para mi tesis e hice los primeros
contactos. Para eso, fui desde Columbia, Missouri hasta Miami, Florida a
conocer a mi primer sujeto. Lo que sería mi gran proyecto del 2014 comenzó con
un road trip durante la semana de Acción de Gracias de 2012. Hice un video
documentando ese viaje:
(El video está en inglés.)
Pero hubo cosas que dejé fuera de la edición
final, cosas que voy a contar aquí.
El
viaje tenía un doble propósito: reunirme con mi familia para el almuerzo de Thanksgiving,
y empezar la investigación para mi proyecto. La idea era conocer a mi primer
sujeto e intentar buscar otros más. Tenía una persona contactada por teléfono
ya, y estaba lista para ir a verla en persona. En enero de 2013 iba a mudarme a
Miami por un cuatrimestre a trabajar en esto y quería dejarlo todo encaminado.
Llegar
hasta Florida me tomaría 22 horas. El año anterior, con dos amigos, lo hicimos
en dos días de viaje “pisao.” Esta vez, como iba sola la mitad del tiempo,
decidí no manejar más de 6 horas al día, y aprovechar para parar en ciudades
que no conocía. Bueno, ciudades que no conocía pero en las que también tuviera
algún amigo que me prestara un sofá en la noche. Bueno, amigo o hasta la
hermana desconocida de un amigo conocido. Eso bastaba, mientras fuera gratis y
quedara más o menos de camino.
El
primer día empezó bien. Convencí a unas amigas de ir a desayunar pie conmigo
en una ciudad a una hora y media de Columbia. (Para los que están juzgando, es
un desayuno completo: tiene harina, tiene huevo, tiene lácteo, tiene fruta...) De
ahí yo seguiría en mi carrito rojo hacia el sur, y mis amigas manejarían los 90
minutos de vuelta al punto de partida. Nunca había probado esos pies, pero los
había oído mencionar como algo maravilloso.
La
parte que no sale en el video es que cuando mis amigas se fueron del local, me
quedé conversando con la dueña, Mickey. Me ofreció enseñarme el lugar donde se
hacía la magia: la fábrica de pies, a unas cuantas cuadras de donde estábamos.
Se me iluminaron los ojos. Una habitación llena de dulces... un sueño! Dejé mi
carro en el parqueo y subí al suyo ciegamente. Al llegar vimos neveras llenas
de pies congelados, filas y filas de fresas, mantequilla de maní, chocolate...
Mis ojos seguían brillosos. Mickey me regresó a mi carro poco después y nos
despedimos. Ya le había contado de mi plan de llegar hasta Miami.
-
Maneja con cuidado! No hables con extraños!
-
[Me río] Como tú?
Con la
mera promesa de un cuarto lleno de pies me había montado en el carro de una
extraña, más rápido que una niña chantajeada por un pedófilo en una van llena de dulces. Y
ahora la misma extraña me estaba dando consejos de seguridad.
Pero,
desafortunadamente hay que depositar confianza en desconocidos de vez en
cuando. Como Richard: el hombre que me auxilió a cambiar la goma cuando
me quedé entre Missouri y Tennessee. Llamé a mi seguro por teléfono, pero mi plan
no cubría asistencia en carretera. Me dieron el número de varias compañías que
quedaban cerca de donde se me había dañado la goma. El primer tipo que llamé me
dice que estaba fuera de la ciudad, en Florida. “Ah, qué ironía. Para allá se supone que vaya yo también, pero aquí estoy, quedada,” le conté. Me dio
el número de Richard.
Viviendo
en Missouri me sentía mucho más segura que en República Dominicana. Si me
hubiese pasado en una carretera dominicana no me hubiese quedado tan tranquila.
Bueno, tranquila dentro de lo que cabe. Cada vez que pasaba un camión “briseao”
por la carretera y temblaba el carro conmigo adentro esperando ayuda, no me
sentía totalmente tranquila. Pero al llegar Richard me alegré de que no me tocara
un loco en medio de una carretera oscura. Mi mamá me llamó en el interín para
saber si ya había llegado a Memphis. Nunca le mencioné nada de la goma. “Ehm,
no todavía, está todo bien, como dos horas más,” le contesté para no preocuparla.
(En verdad nunca se enteró de nada hasta que vio el video semanas después y me
llamó preocupadísima aunque ya hacía tiempo que estaba a salvo en casa.)
Ese fue
uno de los días más largos que me han tocado. Comenzó temprano y con la sensación
de que era uno de los días más felices de mi vida: sola en un carro, cantando,
con un lindo paisaje de otoño, un cremoso pie de chocolate... Luego de varias
horas manejando, una goma perforada por un tornillo, una hora quedada al lado
de una carretera, y dos horas más de viaje... el cansancio fue mayor que la felicidad.
Pero sorprendentemente todavía tenía pilas para seguir. Me faltaban 3 días más.
(Continuará)