jueves, 31 de julio de 2014

Autorretratos. 1 de 2.

"Me presento: No soy la que soy; soy la innombrada con identidades prestadas (...) he encarnado identidades con nombres diferentes. He vivido a través de ellas, con ellas, a pesar de ellas; yo era ellas. Las dejaría contarse, o más bien ponerse en escena. Yo no intervendría más que entre las páginas, entre líneas." -- Chadortt Djavann
Hace unos años empecé una serie fotográfica de autorretratos donde, tomando ropa prestada, me convertía en otra mujer por un ratito. Empezó como pura entretención, estando en algún lugar que no frecuentaría usualmente, compartiendo con algunas mujeres con las que no compartiría usualmente... de pronto no tendría más nada que hacer o que decir y me ponía a observar a cada una. Qué me hace diferente a ellas? me preguntaría. "Préstame tu ropa. Quiero ser tú."Me vestía, observaba el lenguaje corporal de la gente a mi al rededor, intentaba asumirlo yo también y me reincorporaba al grupo. Hacía la foto.


Por lo general causa risas al principio. Reímos todas en el proceso de vestirme. Creo que yo me siento más extraña que las demás al estar vestida de una forma tan diferente a la mía, mientras que el resto del grupo por lo general lo que me dice es "deberías vestirte así más a menudo." Y es que, claro, con mi ropa original la extraña en los grupos soy yo. 

Pero de repente mi ropa pasa a un segundo plano. Yo empiezo a sentirme diferente y la gente que no me conoce me ve diferente también, y lo percibo. Entonces la pregunta es: Cómo puede una ropa y un contexto nuevo cambiar tanto en mí y en la percepción de otros de quién yo soy realmente? Y estoy hablando de transformaciones sencillas: Sigue siendo mi cara, con poca variación en maquillaje; sigue siendo mi pelo, con alguna variación en el peinado; sigue siendo mi cuerpo, con alguna postura diferente y quizás colocado en un lugar donde una "rubia" no se sentaría. Entonces por qué cambia tanto?

En verano he estado retomando la serie (que todavía no tiene nombre) y haciendo más fotos hasta llegar a unas 20. En septiembre habrá una expo es Santo Domingo (les avisaré cuándo y dónde). Pero mientras tanto, les cuento de mis experiencias en el proceso de hacer algunas de las fotografías y les doy más ganas de visitar la exposición más adelante! Por ejemplo:

La Nana y la Jefa

Trabajando en el documental sobre nanas en el último año y medio  he logrado aprender más sobre la vida de las mujeres que estoy documentando, e incluso podía llegar a decir que me había puesto en sus zapatos cuando viajaba con ellas en guagua hasta sus campos, cuando dormía en la misma cama que ellas... Pero en verdad cuando me hice un autorretrato vestida como nana trabajando en un cumpleaños en mayo, le agregó al sentimiento completo de no sólo "cómo vivo yo" sino también "cómo me ven los otros a mí." 

Una amiga le iba a celebrar el cumpleaños a su niño en el área común de su edificio. Cuadré con ella para que durante la fiesta yo pudiera subir a su apartamento y hacer un cambio de vestuario para mis transformaciones: de Tatiana --> a nana --> a jefa de nana.

Llegúe a la fiesta con mi ropa normal, saludé a mis amigas y socialicé un poco (no mucho porque ya estaba perdiendo la luz del Sol). Ubiqué a la nana cerca de la piscina. Subimos juntas por el ascensor de servicio, entramos por el área de lavado al apartamento y por ahí hasta su habitación. Me vestí de nana primero porque para vestirme de jefa iba a implicar algo de maquillaje. Volvimos a bajar a la fiesta. Andaba pensando que me iba a mirar raro la gente, como "qué hace ella vestida así, si la acabo de ver con otra ropa." Cómo fue en la realidad? Nadie me miró. Habiendo asistido a tantas fiestas de cumpleaños de los hijos de mis amigas en los últimos 10 años, había caído en cuenta que a veces las nanas eran parte natural del paisaje de estas fiestas, casi como las vejigas o la máquina de pop corn. Que eran casi invisibles y así me sentía yo. Me senté en los escalones junto a todas las otras nanas, comiendo pop corn. Andar con ese uniforme y de repente abrir un trípode y manejar una cámara fue lo que hizo que yo resaltara.


Se me acercaron varias madres después, luego de que alguna amiga mía se había encargado de explicarles qué era lo que estaba pasando. Los comentarios:

MADRE CASADA: - Yo me quedé mirándote y pensaba: Y esa nana? Yo no la meto en mi casa ni loca. Demasiado bonita.
MADRE SOLTERA: - Yo no tengo marido, así que lo que vi fue : Oh! Y tira foto'? La quiero pa' mí!

Listo. Ahora para la segunda parte. Volví al ascensor de servicio, que dura una eternidad para bajar. En la espera se acercó otra nana. Se había cogido algunos de los pastelitos del cumpleaños y le ofreció uno a la nana que me acompañaba. "Y toma, dale uno a ella también." Me sentí bien. Como que en verdad logré transformarme y me trataban como igual.

Arriba en el piso 11, en el walk-in closet de mi amiga había mucho de dónde escoger. Cogí algo rápido, unos tacos que me quedaban grandes, unos aretes grandes también y la cartera Louis Vuitton. Diez minutos en los zapatos de ella y ya tenía un callo que me dolió por varios días. Para ser mamá necesitaba un niño modelo. Le pedí a mis amigas que me prestaran los suyos y estaban de acuerdo. Los que no estaban de acuerdo eran los niños. Y es que mi instinto maternal no está muy desarrollado y no sé bien cómo manejar a los muchachos. Decirles que vinieran y sonreír no estaba funcionando. No tenían razón de quedarse al lado de una casi extraña que no andaba ni con juguete ni comida. La hija de una amiga duró unos segundos antes de empezar a llorar. 

LA VERDADERA MAMA: - Tú no quería' hacer papel de mamá? Coge ahí! Logra que la carajita deje de llorar!
YO: Yo no sé lo que le pasa!! No para! No me hace caso!

Fracaso. Lo de mamá no se me dio muy bien. Al final pude hacer la foto con la hija de otra amiga, que mientras estuviera comiendo pop corn se sentaba tranquila al lado de cualquiera. 


En la próxima entrada: La paletera y La vendedora en el semáforo.

 

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