lunes, 18 de octubre de 2010

INMIGRANTES

Hace varias semanas hice un trabajo de traducción para unos amigos, Lesley Bartlett y Kiran Jayaram, de su libro titulado "Derechos Humanos y Realidades de los Haitianos en República Dominicana." Les comparto algunos pasajes extraídos de dicho trabajo investigativo:

Artículo 23 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos
(1) Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo.
(2) Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual.
(3) Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y que será completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección social.
(4) Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intereses. 
Artículo 24
Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas.
Informe dos: Franco
“Vine a la República Dominicana para poder trabajar y ayudar a mi madre. Mi madre tiene cinco hijos más, no está trabajando, tampoco tiene marido.  A veces en la casa pasamos días sin comer nada. Por esta situación me sentía en la obligación de ayudar a mi madre y a mis otros hermanos. Con el apoyo de un amigo, saqué mi pasaporte y mi visa y decidí venir a la República Dominicana. Mi único objetivo era trabajar y ver cómo sacar a mi madre de la situación de pobreza en la cual se encuentra.

En Haití fui a la escuela pero no pude seguir estudiando, tuve que dejar la escuela para trabajar y ayudar con los gastos de mi casa. Llegué hasta el quinto grado de primaria. Lo que duele mucho más es que mis otros hermanos no van a la escuela, no hay medios para que ellos puedan ir. Estoy aquí trabajando, tengo este plan de traer por aquí a uno de mis hermanos para trabajar y ayudar a los demás hermanos, pero todavía las cosas no me vienen como lo esperaba, pero no voy a perder la esperanza.


Llegué aquí desde hace 6 años. Cuando llegué fui a  trabajar en una construcción, trabajé durante más de dos meses. El día del cobro, un sábado, todos los empleados, en general haitianos, fuimos a cobrar. A la compañía se acercaron dos policías y llevaron a todo el mundo en guagua hacia Haití, dejaron nada más a algunos dominicanos que estaban trabajando en la compañía. Enseñé mi pasaporte al policía, lo miró y me llevó junto con los demás a Haití. Puesto que tenía mi pasaporte con visa, regresé dos días después a la compañía para buscar mi dinero. El maestro encargado de la construcción me insultó y me amenazó de llamar a la policía si yo seguía viniendo en la construcción. 

Al preguntarle a otro compañero, me dijo que dejara eso así. Este maestro funciona así, sobre todo con los haitianos. Contrata a haitianos para trabajar con él, y al momento de pagarles, llama a la migración, y comparte una parte del dinero con los agentes y se queda con la gran parte. Fue el primer golpe que recibí. No sabía qué hacer. Yo compraba a crédito en algunos colmados cerca de mí, entonces me preguntaba cómo iba a pagar mi deuda, además cómo hacer con mi madre y mis hermanos  que tienen  sus ojos puestos sobre mi persona.”


“Después de una semana, un amigo que vivía en el mismo barrio me llevó a una empresa donde se hace SKIM ICE. En esta compañía no hay un sueldo fijo, un empleado cobra un 40% de la venta. Pero no es tan fácil vender mucho, a veces uno camina el día entero y no saca 200 pesos. No me resultó  bien como lo estaba esperando, así que decidí dejar este trabajo, y pude conseguir un trabajo en una construcción como ayudante. Ahí ganaba 300 pesos diario. El dinero que  yo gané lo puse en un san (una especie de cooperativa), el día que me tocaba recibir el  dinero, me apresaron en una redada y amanecí en el cuartel por dos días. Cuando regresé para buscar mi  dinero, la  persona encargada de entregar el dinero se había desaparecido. Perdí todo el sudor de mi  frente, todo lo que había ganado.

Después de esto, pasé un buen tiempo que no podía conseguir trabajo. Fui a Bávaro, ahí, conseguí un trabajo en una casa de familia, donde yo estaba trabajando como sirviente en la casa de X que es una persona que tiene mucho dinero, un dominicano, con empresas, y muchas influencias. Trabajaba como sirviente. Mi trabajo consistía en limpiar el patio, bañar a los perros, acompañar a la cocinera al mercado, etc. A pesar del, el patrón llevaba una relación muy buena con todos sus empleados. A veces nos llevaba a pasear, pero en cuanto a su esposa, ella no quería saber nada de nadie, me tenía odio. No hablaba con nadie, es una persona muy acomplejada.”

Un día el patrón me invitó a acompañarlo a Casa de Campo en la Romana, y yo fui alegremente. Al volver, su esposa que parece inducida por personas interesadas, aprovechó la ausencia de su marido para preguntarme acerca de los lugares donde yo había ido con el patrón. Yo consideraba que era indiscreto responder satisfactoriamente a lo que me pedía y me negué a dar la respuesta debida. En aquellos momentos, el patrón no estaba allí, yo tuve que salir para no complicar las cosas. Al regresar, sin darme ninguna explicación, el patrón me dijo que yo estaba despedido. Al preguntarle el por qué, me dio una patada, y me insultó. Su actitud me pareció extraña ya que nunca había insinuado un comportamiento tal hacia mí.”

“Tenía nada más ocho meses en el trabajo. Le solicité que me pagara lo que me adeudaba, ya que por lo general me pagaba cada mes y la respuesta fue caerme a puntapiés y pescozones, lo que contra mi voluntad, me aguanté, porque había visto hasta dónde era capaz de llegar.”

“Vine a la República Dominicana con grandes sueños de echar adelante a mi familia, por lo que he cosechado humillación, engaño, maltratos, pero no perderé la fe ni la confianza."
Artículo 26
(2) La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos, y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz.
Informe ocho: David
“¿Has visto a alguien ser maltratado por su color o nacionalidad en la escuela?” 
“En mi escuela, la discriminación está muy presente. Eso se da sobretodo cuando se pierde algo, todos los estudiantes fijan sus ojos encima de los haitianos. Además, en la escuela los estudiantes creen que todos los haitianos son brujos, son malos. No hay nada bueno que pueda salir de un haitiano, según el pensar de los dominicanos. En vez de que los profesores ayuden a radicar estas ideas negativas, las promueven, las fomentan. Una vez, cuando estaba en el segundo año, los alumnos estaban haciendo ruido, y el profesor les dijo que si no se callaban, iba llamar a este haitiano para que los comiera, como si los haitianos estuvieran comiendo personas.” (David, 15 años)


Artículo 9: 
Nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado.
Informe tres: Moise
Moise, vendedor de frutas, nos contó esta historia: 
"Todos los días me levanto a las cinco de la mañana para tener tiempo de ir al mercado y comprar las frutas en el Mercado Nuevo. Un lunes a las 5 de la mañana me levanté para ir a comprar frutas en el Mercado Nuevo (un mercado ubicado en la  zona de Villa  Mella), cerca de la del Supermercado Hiper Uno en la  Duarte."

A las 7 de la  mañana, cuando se disponía a bajar sus mercancías del  taxi, un agente  policial le indicó que se detuviera. El vendedor preguntó "¿que pasó?" y exigió una explicación, a lo que el policía contestó: "No se puede, hay que pedir permiso al jefe antes de bajar y depositar sus mercancías ahí. Ustedes, los haitianos, son unos cochinos, ustedes vienen  aquí pensando que se  puede hacer lo que les da la gana. Aquí en la República Dominicana, hay orden, hay que respetar el espacio público." "Todos los días, vendo en el mismo sitio, nadie me había dicho nada, además de esto pago todos los fines de semana una cuota de 500 pesos en el ayuntamiento por el espacio.”

Luego de esto, en el momento en que Moise intentó depositar en el  lugar donde está acostumbrado a quedarse para vender sus  frutos, salió el policía con una macana y sin mediar palabras le  propinó un golpe en el brazo izquierdo. Moise se cubrió y trató de huir.
Sin embargo, en el momento que corría por el lado de un camión, Moise fue alcanzado por el agente que  lo acorraló apuntándolo con una pistola. Mientras estaba siendo encañonado, el vendedor le preguntó al agente qué pasaba. "¡Cualquiera te mata!" contestó el policía. El vendedor le dijo: "no hay que llegar a tanto, tengo más de dos años  vendiendo en el  mismo lugar y pago para esto, no veo por qué me das  este golpe y me quieres  matar. Si te he hecho algo mal, excúsame, o si tú quieres me puedes llevar preso, no hay ningún inconveniente," a lo que el agente replicó: "No, es que te voy a matar."

Moise le pidió a uno de los haitianos que estaban en la zona, vendiendo también, que lo ayudara, que  atacara al  policía con la intención de distraer al agente, lo que rápidamente fue aprovechado por el vendedor para mover el cañon del  arma hacia el cielo y correr  hacia la parada de Jimaní, pero fue alcanzado por el agente que acertó un golpe de macana en la cabeza del vendedor.

Con una herida en la cabeza, Moise le dijo al agente, por segunda vez, “no había que llegar a tanto,” y el agente respondió ''ahora vas preso'' a lo que Moise contestó, ''no hay ningún inconveniente, yo no he cometido ningún delito ni error. Nada más estoy vendiendo en un lugar donde pago todos los fines de semana para esto. Si usted no quería que yo vendiera, usted podría decírmelo, y yo sabría qué hacer. Sin hacer nada, usted empezó a maltratarme, a tratarme como si yo hubiera robado algo."

"Habían muchos haitianos en la parada que estaban viendo lo que estaba pasando, se  acercaron y hablaron con el policía y luego me llevaron al  hospital.
Ya en el hospital se apersonó una persona que trabaja en el Servicio Jesuita y empezó a hacerme  algunas preguntas y aprovechó para ayudarme a poner una querella contra el agente policial.

Al fin y al cabo, pusieron la querella contra el agente, lo  citaron y nunca  se presentó al tribunal. Esto se quedó así y decidí no volver al lugar para vender. Son situaciones parecidas que pasan a miles de haitianos sin defensa aquí en la República  Dominicana. No hay quién nos defienda.”

7 comentarios:

  1. excelente entrada tatiana! le daré adelante a ver si abrimos los ojos más.

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  2. Es penoso de verdad, me senti muy mal leyendo eso. Espero que se logre difundir ese trabajo como debe ser.

    Gracias por publicar el extracto.

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  3. Es una pena saber que estas cosas suceden en el mundo (y en especial en nuestra isla). Gracias por compartirlo.

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  4. Yo soy dominicana y presencie en la capital la siguiente escena: Iba un haitiano con una bandeja de dulces en la cabeza para venderlos y paso una camioneta abierta atras con varios jovenes, uno de los cuales saco un palo y asesto uno a la bandeja, haciendo rodar los dulces por el suelo, y la camioneta siguio sin detenerse pero se tuvo que parar en el semaforo, el haitiano les cayo atras pero se desmontaron y le iban a caer a golpes.El pobre hombre se tuvo que devolver a recoger susn dulces y sacudirles el polvo y seguir su camino llorando. Yo le pregunte cuanto pensaba ganar si los vendia todos, me dijo que doscientos pesos, y yo se los regale. Estas cosas no pueden seguir ocurriendo.Una verguenza! Xenofobia, racismo, odios...

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  5. Que vergüenza, que las "autoridades" de este país sean los principales promotores del racismo y el maltrato contra los haitianos...

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  6. ¿Dónde se puede comprar el libro?

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  7. Es una tesis de una universidad de EEUU. No se ha publicado aún.

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