lunes, 5 de abril de 2010

EL SUR PROFUNDO

Esta es la historia de mi primer viaje inter-provincial en guagua "voladora". Fue en noviembre de 2008. Iba asustada la mayor parte del trayecto y sin tener ni idea de que éste iba a ser el primero de muchos viajes así en mi vida.

Guagua 1:

Luego de un fin de semana largo en Bahía de las Aguilas con diez amigos dominicanos y españoles, el domingo se dividió el grupo. Unos se regresaron a la capital, pero yo salí desde Barahona hacia el Lago Enriquillo con dos amigas españolas incapaces de percibir el peligro local, llevándonos exclusivamente de lo que ponía su guía Lonely Planet de República Dominicana. Nos aconsejaba un hotelito de RD$ 300 (US$ 8.50) por noche en habitación doble, en un pueblo que se llama La Descubierta a 4 km. del lago. 


La ruta tenía que ser en guagua Barahona-Neyba-La Descubierta. Salimos hacia la parada informal de guaguas en busca de la que iba en dirección a Neyba. Habían dos estacionadas, una grande y una pequeña y, obviamente, la chiquita era la nuestra. Era la cosa más destartalada que mis ojos jamás habían visto, y hasta el día de hoy mantengo esa posición: los sillones de piel estaban todos rotos y la colcha espuma se asomaba por los hoyos, el interior no estaba forrado y era todo de metal puro, y un clavo le pinchó el trasero a mi amiga durante todo el viaje. A veces el chofer apagaba el motor y dejaba que la guaguita rodara sola. "Sí, pero si está apagada, no frena," me comentó riendo un pasajero mientras cruzábamos un trozo de la carretera todavía no pavimentada y que era sólo arena. Yo no necesitaba motivos para estar más nerviosa así que le pedí al conductor con tono de madre histérica, "Ah, pue, chofer, ¡préndala!"

Como de costumbre el chofer recoge más gente de la cuenta y entonces tenemos que andar todos apretados, pero a mí me tocó el mejor asiento, en la primera fila de los asientos traseros, que hasta podía subir las piernas estiradas en un banquito que tenía en frente, y tenía una excelente vista a través del retrovisor del chofer cada vez que escupía o se sacudía los mocos. A mi lado se sentó un señor que venía desde Higüey (la otra punta de la isla) hacia la cárcel de Neyba a visitar unos amigos. Me contaba que él y sus compañeros son pilotos de esos que fumigan las plantaciones de caña en avioneta, y que habían sido arrestados porque resultaban sospechosos de narcotráfico. El que estaba a mi lado se salvó porque estaba fuera de la ciudad el día en que los agarraron a todos. Mientras me hablaba y me contaba más detalles, él mismo llegó a poner en duda la incocencia de sus amigos, y mis amigas pusieron en duda la de él. ¿Cómo era posible que en un mismo día se atravesara el país de punta a punta sólo para "visitar" a sus desdichados compañeros? Según él nos había explicado les pueden dar entre US$ 1,000 y 1,500 por cada kilo de coca que traigan, así que imagínense US$ 200,000 en un ratito...

Guagua 2

Después de un pica pollo con tostones en Neyba, estábamos listas en el parque esperando la próxima guagua que cruzara con dirección a Jimaní y pasando por La Descubierta.


La que conseguimos estaba prácticamente llena, pero subimos en esa porque ya estaba a punto de oscurecer y las probabilidades de que pasara otra guagua ese día eran pocas. Adentro era otro mundo, mitad haitianos y mitad brasileños cascos azules de vacaciones. Yo era la única extranjera. De un extremo a otro los pasajeros voceaban en portugés y en creole, y el pasaje se podía pagar en Gourdes o en Pesos. Como la guagua iba repleta me tocó sentarme en una tablita acolchada que se coloca en el espacio del pasillo entre dos asientos, apoyando los extremos de la tabla en el borde de cada silla. Un poco incómodo el trayecto, pero muy fresco porque había un buen aire acondicionado, así que ésta se podía considerar un "upgrade" de la guagua anterior.

Guagua 3

Al día siguiente, después de visitar el Lago, encontramos guagua directa hasta Santo Domingo. Con aire. Grande. Nueva, con 8 meses de uso. Creo que se llamaba "La Necia." Tenía pantallas planas para ver DVD's pirateados de conciertos de bachata en volumen extra alto, el DVD del 45 aniversario de Johnny Ventura, y algunos episodios del Chavo del 8. 


Empezó vacía en La Descubierta y terminó rebosada en Pintura. La guagua iba parando y subiendo pasajeros en el camino con fundas de colmenas de miel, sacos de uvas, etc. Una vez subió un militar que bajó casi inmediatamente porque parecía que estaba buscando otra ruta. Cuando se bajó, el chofer dijo en voz alta (no sé a quién se dirigía) "Por eso e que yo no monto droga aquí en la guagua, por si un militar necesita mi ayuda poder llevarlo." 

Por aire y por tierra, droga por todas partes. Entrando a la capital me despedí de mis amigos narcotraficantes y llegué sana y salva a mi casa. 

3 comentarios:

  1. ohhhhhh!!!!tatiana!!!increible testimonio!!!!y lo bien q lo pasamos?me alegro q te gustara tanto q sigas viajando asi....espero leerte mas a menudo!y espero q to te vaya bien!!!!besukotes rubia!y gracias x toooo!!!
    saludos de paz,
    Patty

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  2. jajajaja muy bueno!, lo mucho que se vive solo montandose en una "voladora" XD!!! ese e' mi pai'!

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  3. Hahahahha qué bien, tienes amigos de TODO tipo :P

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