lunes, 22 de marzo de 2010

DAMAS DE MORADO

Mi mejor amiga está en sus últimas semanas de embarazo. La vi hace unos días y me dio la sensación de que si estornudaba ya se le iba a salir la niña. Me puse a pensar en el último año y medio de su matrimonio, empezando por el peculiar día de la boda.

Era un sábado. Los preparativos comenzaron desde temprano en la mañana para resolver lo del cabello y el maquillaje. Fui a un salón que tiene valet parking, donde me cobraron $680 y ni me lavaron el pelo. Sólo me hicieron una cola de lado, me rociaron fijador en exceso y, además, me pusieron pinchos en lugares estratégicamente dolorosos, como en una ineficiente sesión de acupuntura. De ahí al hotel donde se iba a celebrar la fiesta, y donde nos reunimos las diez damas del cortejo para maquillarnos en una de las habitaciones. Una vez listas y vestidas con nuestros vestidos iguales, llegó una limosina a recoger a las damas y a los pajes para llevarnos desde el hotel en el malecón hasta la iglesia en Cuesta Hermosa.

No sé si han visto alguna limosina por dentro, pero están llenas de botones, los cuales resultaron irresistibles para las 12 personas que estábamos ahí metidas. Fuimos probando uno por uno para ver qué funciones tenían, hasta que después del último botón se apagaron las luces y la radio. "¡Chofer! ¡Se apagó aquí atrá! ¡Préndalo otrave!" El chofer ya no estaba. La limo se había apagado por completo, y él había abierto el bonete y se había bajado en plena Lincoln con 27 para solucionar el problema. Escuchamos repetidas veces el sonido de una llave que gira y de un motor que intenta arrancar pero no lo logra, hasta que el chofer nos dijo, "Salgan." Bonita escena la de diez mujeres vestidas de morado bajando de una limosina en el medio de la avenida, como haciéndole campaña a cierto partido político. "Entren al Nacional a eperá, que viene una mini van a recogela." Salimos del hotel en una limosina pero íbamos a llegar a la iglesia en Apolo.


Entre risas y risas fuimos subiendo de manera automática a la mini van que llegó minutos más tarde, sin fijarnos en quién estaba conduciendo. La dama que ocupó el asiento delantero fue quien nos hizo notar que el chofer era IDENTICO al líder de cierto partido político.

Las damas de morado finalmente llegaron a la puerta de la iglesia, y la ceremonia siguió... pa'lante.


6 comentarios:

  1. heheheh que bueno, se me habia olvidado ese detalle del Leon conductor :P

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  2. wow, que bueno esta eso!! Que divertido, no me puedo imginar a Don Leonel con sus doncellas.,,,, jejeje

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  3. Pero ni mandado a buscar el chofer! jejeje!

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  4. El líder morado con sus porristas.

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  5. Hahahhaha coincidencias de la vida. Qué bueno (y raro) que ninguna de las damas se puso histérica por la situación.

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