lunes, 1 de febrero de 2010

PUERTO PRINCIPE: MAS QUE MUERTOS, SOBREVIVIENTES

Mi entrada a Puerto Príncipe, casi dos semanas después del terremoto, fue de la mano de una ONG que buscaba a un fotógrafo para dar constancia de las labores que se iban realizando por esta organización en Haití. Era mi primera vez en Puerto Príncipe. Las organizaciones de ayuda humanitaria, tanto nacionales como internacionales, duermen en campamentos improvisados en áreas abiertas pero cercadas y bajo la guardia de soldados extranjeros. Así dentro de un mismo recinto, como el aeropuerto y la zona franca, carpas de distintas organizaciones y países conviven y se ayudan mutuamente. A mi grupo nos tocó dormir en un rincón de la zona franca vigilado por cascos azules bolivianos donde, por razones externas muy extensas para detallar aquí, nos vimos obligados a permanecer encerrados la mayor parte de nuestra estadía.

Una vez que logré salir a la ciudad fue por un par de horas y en la parte trasera de un vehículo conducido por haitianos que conocían bien las zonas más destruidas. Eramos cuatro personas en la cama de la camioneta mirando la ciudad en lo que me pareció una especie de enfermizo recorrido turístico viendo a nuestro chofer/guía pasearnos entre escombros y diciendo “a la derecha, el Palacio Presidencial…”  o “a la izquierda tenemos la catedral…”  Con cámara en mano, turistas guiados por el morbo, con ganas de oler de cerca el desastre, pero ¿con qué intención realmente? En un principio subimos a la camioneta para llevar unos colchones y comida a un orfanato, pero terminamos en esto. ¿Qué pude ver? Gente que sigue sonreída con sus vidas, calles llenas de carros, de polvo y de personas (vivas), y mercados donde nadie le está robando nada al otro.



En la zona franca donde acampamos la historia era distinta. Este lugar sirve también como punto de distribución de alimentos y ayuda por parte de la Defensa Civil Dominicana. Cientos de personas esperan pacientemente fuera del recinto y en algún momento del día los cascos azules les dejan pasar en grupos pequeños para que hagan una fila organizada, reciban sus partes de las donaciones, y de manera ordenada vuelvan a salir. También llegan camiones haitianos en otra hora del día, que entran a cargarse de alimentos para luego repartirlos en refugios, pero una vez están a un centímetro del portón de salida del recinto, (y por ende fuera de la zona protegida por cascos azules) son atacados por los haitianos no tan pacientes que intentan subirse a toda costa a ver qué sacan. Los haitianos ordenados y tranquilos de un lado, y del otro los desenfrenados y ansiosos a la espera de una próxima oportunidad para treparse. Pero no todas las cien personas intentan subirse, sólo 5 ó 6, mientras el resto los anima y aplaude desde abajo y se ríen cuando bajan con las manos vacías luego de ser atacados con palos por los dueños del camión que intentan defender lo que les pertenece. Pero cuando uno baja con al menos una bolsa de algo, no es de mucha suerte para el haitiano quien inmediatamente es atacado como a un jugador de fútbol americano.





No sé si el hecho de que me sentía “prisionera” observando todo desde adentro de un campamento con soldados afectara mi percepción de las cosas, pero me pareció estar más en un país invadido militarmente que en uno recibiendo ayuda internacional. Helicópteros sobrevuelan Puerto Príncipe constantemente, y soldados de todos los rincones del mundo “mantienen la paz”  mientras los haitianos observan o tratan de actuar sin tener verdaderamente poder de decisión sobre su propio país. Eso parecería desde el punto de vista de un extranjero. Uno de los militares dominicanos que se paseaba dentro de nuestro campamento contaba con el pecho erguido una anécdota: un haitiano vino y se quiso robar un saco de comida, y mientras lo estaba “castigando” por el hecho, el haitiano le besaba los pies y le rogaba… hasta que el dominicano lo dejó irse con la comida “por pena.” Sin embargo muchos  otros reciben mejores tratos y están agradecidos con lo poco que puedan recibir.  Un joven haitiano que estaba en fila dentro de la zona franca con otra joven con un bebé, me contaba que él había perdido a su padre y que la joven era una amiga que aún tenía a su esposo atrapado y muriendo bajo la casa. Pero lo extraño era que lo contaba todo con una sonrisa en la boca. Al decirle, “lo siento mucho” simplemente respondió, “está bien, yo soy un sobreviviente” y se despidió. Salió del recinto sonreído junto a su amiga, cargando sobre su cabeza los dos colchones que había logrado conseguir para continuar con sus vidas.

7 comentarios:

  1. uohhh gracias por esa inside information. Dentro de todas las noticias me hacia falta una sin toque noticiero...las fotos geniales, en especial las 3 primeras asi como la de la conclusion

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  2. Tatiana, las cosas estuvieran peor sin la ayuda, creeme, por más militarizada que parezca. Gracias por el reportaje de primera mano.

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  3. Y ahora es tan solo invadido "para mantener la susodicha paz", que en aras de ella tantas veces esas poderosas naciones han pisoteado nuestros paisitos. Y que sucedera con a la hora que comiencen a llegar las grandes constructoras norteamericanas a construir el Haiti del futuro y lucrarse con todo ello? Y a partir de ahi, Como sera esa invasion militar? Tal vez sea un presagio, pero tambien puede ser que seamos testigos de ell. Veremos.

    Carluis

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  4. Yo estoy de acuerdo - Puerto Principe se siente como una ciudad ocupada. Bueno, ha sido ocupada por las Naciones Unidas desde 2004, y ahora es aun mas con los soldados norteamericanos.

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  5. Me gusto mucho tu historia. Me senti alli.
    La tercera foto me gusta.

    Leandra

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  6. Gracias Tatiana por el reportaje! Cuando leo tus historias, siento que estoy leyendo a Gabriel García Márquez(version mujer, claro) con tu lenguage coloquial(me encanta!).Tengo que decir que aunque sí puede que estén, en cierta forma "invadiendo militarmente" a Haití,soy una fiel creyente de que "no hay mal que por bien no venga". Quién sabe si después de esta calamidad, Haití por fin pueda recuperarse, poco a poco de su estado crítico socio-económico.

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  7. Me encantó este Post. Otros ojos son los que hablan aquí, más que las fotos, que noticieros, videos. Esta es la cara de Haití que faltaba.

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